Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

viernes, febrero 27

Grupos Autónomos. Una crónica armada de la transacción democrática

Entrevista a Joni D., autor del libro "Grupos Autónomos: crónica armada de la transacción democrática" en el programa Barrio Canino de Ágora Sol Radio.

Joni D.
Prólogo Mateo Seguí


En septiembre de 1973 era desarticulado el MIL pero aquella razia no acabó con el movimiento autónomo armado sino que lo reforzó. Las acciones para intentar evitar la ejecución de Puig Antich, primero, y las que se llevaron a cabo para expresar la rabia un vez realizada ésta, se extendieron como una mancha de aceite.

Un año después de la desarticulación de la OLLA y los GARI moría el dictador, en poco tiempo se pasó de luchar contra una dictadura fascista a hacerlo contra una democracia capitalista y monárquica.

Fueron los tiempos en que el rey juró los Principios del Movimiento Nacional y la Constitución, el PSOE abandonó el marxismo, el PCE dejó atrás el republicanismo y el capital fundamentó las bases del sistema social que ha terminado aplastando social y económicamente a la ciudadanía del estado español.

Fue una lucha que duró poco más de diez años hasta que en 1984 se desmantelaron los últimos grupos activos.

Este libro nos acerca a los jóvenes que formaron parte de aquellos grupos autónomos que se rebelaron ante la gran mentira llamada "transición democrática" y también al contexto en el que vivieron: la contracultura, la autonomía obrera, la clandestinidad y, por supuesto, la represión. La muerte del Jebo, al estallar el artefacto que manipulaba en Toulouse o el asesinato de Agustín Rueda en la cárcel de Carabanchel forman parte de nuestra historia silenciada.

El Lokal, Barcelona 2014
408 págs.


martes, febrero 24

Sólo te he dicho guapa

Queremos que este documental sea una reflexión sobre el acoso sexual callejero, a través de una serie de testimonios de mujeres, todas diferentes, cada una con su propio punto de vista. Creemos que es una buena herramienta para crecer y pensar, tanto para las mujeres entrevistadas como para el público; una oportunidad para ellas de expresarse libremente y sin censura sobre un hecho que les afecta en su día a día. Para que se escuche la voz de las mujeres, que se empoderen de su cuerpo, de su libertad y de su autonomía.

Para contactarnos: solotehedichoguapa@gmail.com

sábado, febrero 21

“La indignación actual es para defender los privilegios, no para acabar con el modelo que los produce”. Entrevista a Juanma Agulles

El pasado mes de octubre Juanma Agulles, miembro de Cul de Sac, fue entrevistado por el periódico gallego Sermos Galiza aprovechando su presencia en Santiago de Compostela con motivo de su participación en las XXII Jornadas Libertarias. Ofrecemos a continuación la traducción al castellano (también la puedes descargar).

Tu participación en estas jornadas tiene como eje tu último libro Los límites de la conciencia. Ensayos contra la sociedad tecnológica, donde vuelves a tratar cuestiones sobre las que ya te habías detenido con anterioridad.

El título viene de la obra de Günther Anders Más allá de los límites de la conciencia. Anders mantuvo correspondencia con uno de los pilotos de la tripulación que lanzó la bomba de Hiroshima, el único que se arrepintió y que por eso fue internado en un psiquiátrico, mientras el resto fueron tratados como héroes. La reflexión central de Günther Anders, y la que a mí me interesa, es hasta qué punto un solo sujeto o un grupo de sujetos pueden hacerse cargo de las consecuencias de los actos que pueden llevar a cabo a través de la técnica. 

Hasta qué punto somos conscientes de los efectos de esos actos. Anders habla sobre el lanzamiento de la bomba atómica, que es un ejemplo extremo (aprietas un botón y matas a cien mil personas en segundos), pero esa reflexión puede extenderse a toda nuestra vida cotidiana desde el momento en que se acelera la industrialización. Ese proceso hace que sea difícil comprender y asumir esa responsabilidad en torno a cómo las acciones individuales, dentro de un entramado técnico pensado a nivel de todo el planeta, tiene unos efectos que no somo capaces de aprehender. Esa idea de cuáles son los límites de la conciencia le interesaba mucho a Anders. Y sigue siendo una reflexión a tener en cuenta en un mundo plenamente integrado en cuanto a la producción capitalista.

¿Cómo llegar a ser consciente a estas alturas del desarrollo de las inmensas repercusiones de nuestros actos más pequeños?

Anders empleaba la expresión “vergüenza prometeica” para referirse a cómo el ser humano se ve superado por su propia obra técnica. Frente a esto, veía la imaginación como una vía necesaria para pensar un mundo distinto, para poder salir de la vía en la que estamos y que parece avanzar por inercia.

¿Cómo una lucha obrera clásica, por ejemplo la minería en el Estado español, puede llevarse a cabo sin tener en cuenta las consecuencias de su modelo extractivo? ¿Cómo puede llevarse a cabo esa lucha por la defensa de unas condiciones de vida que dependen de ese modelo extractivo, y tener en cuenta los perjuicios para todos de ese mismo modelo? Eso requiere, creo, una conciencia mucho mayor que la que se requería para luchar por las condiciones de trabajo dentro del modelo industrial.

Pero ese nivel de concienciación es cada vez más difícil en la sociedad actual…

En los meses previos a mayo del 68 había un lema que decía Vietnam está en nuestras fábricas. Se ha dado una imagen de mayo del 68 como una revuelta juvenil, pero creo que es importante no ignorar que previamente había comités contra la guerra de Vietnam o con anterioridad contra la presencia de Francia en Argelia, que fueron bases importantes para una movilización social. Y ahí sí que se tenía esa capacidad para entender que lo que acontecía en Vietnam tenía que ver con, por ejemplo, la industria aeronáutica de la zona de París.

Toda lucha tiene sus límites y ahora parece por esa interconexión que es más difícil, nos vemos superados. Y en el modelo que se propone en los países desarrollados de economías de servicios en lugar de industriales –que fueron el campo de formación de los movimientos obreros– vemos cómo se ha formado una masa de consumidores. Eso hace que sea más difícil articular una respuesta. No recuerdo quién dijo aquello de que el capitalismo quería a los proletarios propietarios; a los trabajadores consumidores; y a los revolucionarios urbanitas.

También has analizado la indignación que se dio en estos años desde una perspectiva crítica, lo que tú consideras su canalización en movimientos electorales, organizaciones que pretenden entrar en el parlamento, el ciudadanismo…

El libro 15M: obedecer bajo la forma de la rebelión, lo firmamos entre varias personas que estábamos en aquellos momentos participando en algunas acampadas en distintos lugares. Nace de una correspondencia entre nosotros en la que nos preguntábamos por la naturaleza de lo que estaba ocurriendo, porque las primeras semanas nadie sabía bien hacia dónde se dirigía ese movimiento. Yo creo que pese al esfuerzo e implicación de alguna gente que quería llevar eso que estaba pasando hacia algún lugar, la reivindicación básica era volver a antes de 2008, a antes del estallido de la “crisis”. Ese era el mapa común, lo que hizo que ese movimiento fuese masivo y heterogéneo. Que comenzase con las acampadas en plazas de distintas ciudades fue un componente distinto al de la clásica manifestación. Pero el tiempo de la indignación es el tiempo de la defensa de los privilegios, no de ir contra el modelo que los produce. Ir contra ese modelo implicaría perder las prebendas que ofrece esta sociedad tecnológica. Y eso no es algo que desee la mayoría, ese 99% del que se habla. Lo que piden mayoritariamente, desde luego, no es una revolución, es volver a la burbuja de antes de 2008.

Pero hubo también otras visiones diferentes sobre ese movimiento.

También hubo visiones y reflexiones totalmente opuestas a esta que yo hago. Un compañero que vivió aquellos días en Madrid, en la primera correspondencia que manteníamos, me comentaba: “Llevos dos meses acampado y aquí está pasando algo distinto”. Pero conforme fue derivando ese movimiento –y con la aparición de Podemos, que intenta capitalizar parte de aquello y de algún modo lo ha enterrado– se disolvió ese “algo distinto” o aquello que podía llegar a ser distinto en aquellas protestas. Nosotros fuimos muy duros con los “indignados” en su momento porque queríamos reflexionar desde nuestro ámbito que es el libertario. La pregunta que nos hacíamos era: ¿Se puede conceder crédito a una movilización por el hecho de que mucha gente esté en la calle? Que haya una movilización de masas o que las decisiones sean tomadas en asamblea no quiere decir que sean emancipadoras. Entonces, decíamos, no nos ceguemos con el método ni seamos tontos útiles de la pedagogía del asamblearismo, porque en realidad las cosas que se reclamaban –cambiar la ley electoral, que nos gobiernen otros…– entendemos que entraba en colisión con la naturaleza del propio método asambleario.

En torno a esto hubo alguna discusión. Pero hoy en día, conforme estamos viendo las cosas… pues casi podríamos empezar a echar de menos al 15-M. Con todo lo críticos que fuimos, por lo menos había más gente en la calle y no viendo tertulias políticas en la televisión o pendientes de lo que ciertos líderes dicen por el samrt-phone.

Planteas la pregunta de cómo una izquierda que dice que quiere cuestionar el capitalismo puede hablar de la crisis como si hubiese comenzado en 2008 y antes hubiese otra cosa.

Un compañero que vive en Francia, antiguo componente de Los amigos de Ludd, me mandó hace años un artículo publicado allí titulado Que la crisis se agrave. ¿Qué nos hace pensar que antes de 2008 no había una crisis? Este modelo tiene sus límites internos y externos. Podemos hablar de las desigualdades, de la represión, pero eso es algo que siempre ha estado presente en el capitalismo, no apareció en 2008 con la crisis financiera. Lo que sucede es que, según lugares y momentos históricos, la herramienta de la represión deja paso a la de la seducción, a través del crédito y el consumo, por ejemplo. Pero era relativamente sencillo calcular hasta qué punto de 2001 a 2008 pudo darse en el Estado español una burbuja financiera a partir de la cual el capital se internacionalizó a expensas de la situación en Latinoamérica y el ajuste estructural. Eso permitió que empresas nacionales se internacionalizasen por el desplazamiento de la “crisis” allí. No ver que el crecimiento económico se daba aquí por las condiciones que se plantearon, por ejemplo en Argentina en 2001, no puede ser una disculpa. Era un estado de abundancia sostenido en el crédito, mientras allí se llegaban a reproducir situaciones de hambruna. Y eran los mismos capitales en ambos lugares: el BBVA, Telefónica, Banco Santander… 

Nosotros teníamos aquí un balón de oxígeno mientras allí se hundían. Y ahora cambiaron las tornas, y el capitalismo en Latinoamérica está creciendo de nuevo, afrontando un nuevo periodo de modernización. Pero eso es el juego del capital, es decir, desarrollos regionales diferenciados de donde se extrae la ganancia, precisamente movilizando inversiones según se precise. Por eso, cuando la izquiedra pone el acento en comenzar a hablar de la crisis desde 2008 yo creo que provoca una gran carcajada en lugares como Latinoamérica.
Y un apunte más: ahora se habla de pobreza, cómo ha crecido en estos años; ¿cuándo el capitalismo generó riqueza? La supuesta riqueza que produce está cargada de todas las nocividades que nos afectan a todos.

Tradicionalmente la izquierda tuvo a las ciudades como un lugar de emancipación frente a un mundo rural preso de atavismos. Ese discurso, afirmas, ya no vale, si es que valió en algún tiempo, y preguntas si la ciudad es un territorio ya no de emancipación, sino simplemente vivible.

La ciudad como hecho antropológico ha existido antes del capitalismo. Tradicionalmente tenía una relación muy orgánica con eso que se llamaba campo o mundo rural. De hecho, la existencia de la ciudad dependía del campo. Y la fertilidad del llamado alfoz de la ciudad dependía en gran medida de la actividad humana que se propiciaba en la ciudad, y se enriquecía por el hecho de la concentración humana que allí se daba. No quiere decir que fuese un desarrollo exento de conflictos. Desde el siglo XI hasta el XVI se fue desarrollando en toda Europa una sociedad urbana en la que hubo multitud de conflictos, en algunos casos sangrientos, con ciudades autónomas, enfrentadas a veces entre sí y generalmente con el poder monárquico centralista que se fue imponiendo.

Con el proceso de industrialización, ese campo y esa ciudad van a pasar a una escala totalmente distinta, primero en el estado-nación, después en el capitalismo global, internacionalizado. Y ahí ya se entra de lleno en el proceso de urbanización, cuyas ciudades crecen desaforadamente y crecen también por sus colonias, ahí ya hablamos de metrópolis y la ciudad pierde su nombre. El proceso de urbanización destruyó tanto el mundo rural como la ciudad, las dos cosas. Ese equilibrio que mantuvieron se rompio y del él hoy no queda rastro.

Hablas también del miedo como elemento de control, pero también del discurso “de la seguridad”.

Están muy presentes. Los argumentos sobre la seguridad han calado mucho. Hasta el punto de interiorar y asumir que no hay nada que asegure tu supervivencia, si no es el salario o el consumo. Los lazos comunitarios han sido destruidos, por eso algunos movimientos centran su demanda en los servicios públicos, en el reparto de la riqueza. Por eso quien diga que no es esa la vía de cambiar las cosas, que no se trata de ese tipo de reivindicaciones, se quedará solo y como un loco. Alguien dirá: “¿es que no te importa la gente?” Y no se trata de eso. A mí me gusta esa frase de Walter Benjamin que dice que “algo se perdió cuando la revolución se comenzó a hacer por el futuro de nuestros hijos y no por las humillaciones infligidas a nuestros padres”. Yo creo ver ahí una diferencia fundamental en lo que sería una revolución por la libertad o por la seguridad.

El discurso del miedo funciona muy bien. Ahora tenemos un ejemplo con el ébola, pero antes fue la gripe A, la gripe aviar… Se genera una sensación de que sin un poder que garantice nuestra seguridad, que nos proteja, estamos perdidos. Finalmente estas grandes alertas, que se presentan como un cataclismo universal tienen una incidencia más o menos acotada. Pero ese estado de alerta, de tensión, después de relajación y alivio, provoca una especie de indefensión aprendida. Cuanto más grande es la amenaza, más férreo el control necesario y más por tanto el poder de quien debe combatirla. Porque contra el ébola, ¿qué puedes hacer tú por ti mismo?

Y eso es continuo. Abres la prensa y lees que se detectan concentraciones de plomo en lactantes… ¿cómo luchas contra eso? Estás indefenso por el miedo, por el riesgo, por tu salud, por tu situación social, por tu empleo… con todo esto se logra que al final se valore mucho más la seguridad que la libertad. Y eso nos deja en una situación compleja.

En Sociología, estatismo y dominación social, cuestionas de raíz el papel de los sociólogos y teóricos sociales por acabar legitimando aquello que quieren cuestionar. No es emancipadora su labor aunque crean que sí, apuntas, pero tú eres sociólogo…

El nacimiento de la Sociología no se puede desligar del problema del estado social, de la reforma solidarista que comenzó en Francia, de las Reglas del método sociológico de Durkheim y demás. Todo esto tiene que ver con el despegue de un tipo de sociedad muy concreta que es la capitalista industrial, de un modo de producción y de cultura material específico. Casi todos los teóricos sociales tienden a naturalizar ese estado para intentar explicarlo, inclusive desde las mejores intenciones por transformarlo. Pero, claro, igual que los economistas acaban naturalizando la economía de mercado. Durkheim acuñó una regla que decía que había que tratar los fenómenos sociales como si fuesen cosas, pero no igual que cosas.

El otro día hablaba con una gente del ámbito de la arquitectura que me llamaron para un coloquio sobre la participación en los procesos de reforma urbana dentro de las ciudades. Como sabían que era sociólogo me llamaron. Pero no se puede sustituir el tejido social de una comunidad, de un barrio, un tejido que se perdió porque ya no hay ni ese barrio ni esa ciudad. Yo soy de Alicante y Alicante ya no existe, ya no es una ciudad, es más parecido a una franquicia de Ryanair.

Esa situación no se puede revertir mediante ningún tipo de “ingeniería social”, no se puede diseñar un proceso de participación, eso no tiene sentido. Hay sociólogos que sí, que lo intentan con la mejor de las voluntades, pero creo que al final acaban justificando no sólo la existencia del Estado, la burocracia y la administración, sino que justifica también la figura del “experto”, que viene a decirte cómo te tienes que organizar. Y si te tienen que decir cómo te tienes que organizar, mal asunto.

Escribes que “el anarquismo es un producto de la modernidad que es al mismo tiempo moderno y anti-moderno”. En una sociedad posmoderna, como tú mismo la calificas, ¿cuál es el papel del anarquismo?

Si el anarquismo tiene algo que decir tendría que ser a partir del cuestionamiento de las dos vertientes que tuvo históricamente. Una, en la que dentro del proyecto moderno y a través de las organizaciones se luchaba por las mejoras en el puesto de trabajo, y que lo hacía sin cuestionar de raíz la sociedad industrial que se estaba formando; en muchos casos con argumentos productivistas, basados en que los trabajadores desarrollarían mucho mejor ese modelo que los “capitalistas parásitos”; ese discurso de poner las máquinas al servicio del bienestar, etc.

Y también hay en el anarquismo una parte anti-moderna, que no tiene por qué identificarse solamente con el anarquismo individualista, ya que apostaba también por la organización agraria, el municipalismo libertario o la asociación de municipios libres. Hay ahí una parte muy interesante que se relacionaba incluso con gente que hablaba de la “ciudad jardín”, de economías regionales, que en principio no venían del anarquismo. A mí esa me parece una vía interesante, porque no apela a la razón de Estado, porque aunque tenga que lidiar con instituciones locales tiende a pensar en un horizonte de sociedad distinta, menos compleja y menos productivista.

Pero hay un trabajo grande por hacer, porque una gran mayoría no apuesta por esta vía. Por lo general se está pidiendo más sociedad industrial, más seguridad económica por parte del Estado y más producción para poder repartir la “riqueza”. Y un argumento que vaya contra eso, que afirme que más producción no nos hará libres, que el trabajo tampoco lo hará, no es ciertamente muy popular.

Habría que cambiar demasiadas cosas de la organización social y volver en parte a recuperar esas ideas que se tenían previas al despegue del capitalismo a partir de 1945 y que ya en esos momentos planteaban interrogantes de lo que iba a venir, que alertaban acerca de adónde nos encaminábamos. Creo que sería necesaria una revisión en cuanto a la herencia obrerista y de desarrollo industrial. Ponerla en cuestión por lo menos. No es igual un motín de tejedores en Silesia en el siglo XIX que la defensa de la producción en una fábrica de coches del siglo XX. La reducción de la producción industrial es lo que sería revolucionario. Sobre todas estas cuesitones hay un libro muy interesante de José Ardillo que recomiendo: Ensayos sobre la libertad en un planeta frágil.

En “La crisis como momento de la dominación social” aseguras que una de las consecuencias más nefastas de la crisis es la reaparición del izquierdismo…

Ese artículo lo escribí para el Ekintza Zuzena en el 2009, y nada hacía prever que finalmente el izquierdismo fuese a tener tanta importancia como estamos viendo hoy. La crisis reforzó mucho esos argumentos que insisten en que hay que reindustrializar el país –pero sin mencionar nunca en torno a qué sectores–, esas llamadas a “los de abajo” contra “los de arriba”… todas esas ideas que no se pueden entender sin un encuadramiento en la sociedad del trabajo e industrial.

Creo que son argumentos que suponen una vuelta al discurso de la seguridad: precisamos más producción, más estado del bienestar, mejor reparto de la riqueza… ya, pero es que el capitalismo no produce riqueza: produce escasez y un gran número de nocividades, entre ellas el trabajo asalariado. ¿Cómo se puede proponer que gestionando mejor el capitalismo va a dar algo fundamentalmente distinto? Históricamente nunca ha sido así.

También soy consciente de que en un momento de recesión las críticas anti-industriales quedan marginadas, claro, ¿cómo vas a hacer una crítica al trabajo asalariado cuando hay cerca de seis millones de parados?
Pero eso no puede impedir que se diga que el izquierdismo tiene unas miras muy estrechas. Vi la entrevista de Jordi Évole a Pablo Iglesias. Cuando Iglesias hablaba de la necesidad de reindustrializar el país, de fortalecer los sectores de la producción, Évole dejó caer la reflexión (por otro lado tópica) de que “igual con tanto capitalismo nos vamos a cargar el planeta” e Iglesias le respondió con “muy bien, pero primero hay que dar de comer a la gente y luego preocuparnos por el planeta”. A eso me refiero con lo de las miras estrechas. No se tiene en cuenta lo que es obvio: para dar de comer a la gente, primero tiene que haber gente, y para eso deberían conservarse las condiciones de vida en el planeta. Y eso es lo que el capitalismo industrial destruye desde hace dos siglos.


miércoles, febrero 18

Todos vosotros

Para ser la mano y la protesta
que combaten con pan la bruma en un cuchillo.

Para transformar el miedo largo que nos sitia
y decir que no hay victoria
ni en los perros del amo ni en su caza del hombre.

Porque van a mirarnos los hijos del tiempo
altamente en su grito hermano decisivo
cuando estalla con la siembra su asirse a la esperanza.

Porque la vida, pese a todo, importa y con ella resistimos,
así puedas tú abrirme y escucharme:
que aquí se te invita a levantarte.

Por detrás del precipicio,
clarea urgente el canto de la espiga
desde el suelo que sois todos vosotros.

 
Enrique Falcón, Para un tiempo herido,
(Antología poética 1998-2008)
Ediciones Amargord

domingo, febrero 15

En ese sitio maldito donde reina la tristeza

En ese sitio maldito donde reina la tristeza… Reflexiones sobre las cárceles de animales humanos y no humanos, Asamblea Antiespecista.

Un edificio inmenso en medio de ninguna parte, grandes muros de hormigón, alambre de espino. Individuos privados de su libertad, las horas contadas, la comida insípida, pequeños compartimentos en los que apenas pueden moverse. Individuos que sufren, que quieren escapar, que escapan y se rebelan. Gente que dedica su tiempo y su energía a luchar contra la injusticia que se oculta detrás de esos muros. Gente que dedica su vida a mantener esos muros, a privar a otros/as de su libertad, gente que se hace rica a su costa. Y una sociedad que mira hacia otro lado, que lo legitima, que se beneficia, que voluntaria o involuntariamente participa en su engranaje. Podríamos estar hablando de cualquier cárcel. Podríamos estar hablando de cualquier centro de explotación animal. Ni estos lugares son tan diferentes entre sí, ni robarle la libertad a individuos humanos es tan diferente de robársela a individuos de otras especies. Las vivencias de unos/as y otros/as son muy parecidas; los valores que perpetúan su opresión y su encierro son los mismos. Y una jaula, siempre es una jaula.

Asamblea Antiespecista de Madrid
176 páginas
19×13 cm

Os lo podéis descargar gratuitamente en:
http://ochodoscuatroediciones.org/wp-content/uploads/2014/09/tripas_EESM.pdf

jueves, febrero 12

Arte y compromiso. España (1917 - 1936)

Vamos a echar un vistazo ahora a otra obra fundamental para comprender el anarquismo en España, y su relación con el arte: se trata de Arte y compromiso. España 1917-1936, de Arturo Ángel Madrigal Pascual (Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid 2002). 

Como debería ser sabido, los acontecimientos sociales tienen una influencia en nuestra conciencia conformando nuestra ideología; así, son estas ideas las que en determinadas ocasiones aparecen a nuestro alrededor plasmadas en la actividad artística. Son esas obras las que tantas veces empujan a personas que conectan con esas ideas a la acción, influyendo entonces a su vez en los cambios sociales que hasta entonces estaban latentes. En este sentido, hay que observar la obra artística comprometida como de vanguardia, ya que se esfuerza en superar los convencionalismos sociales ayudando a generar una nueva conciencia apartada del "arte por el arte" (lo que podemos denominar un arte desinteresado ajeno a todo utilitarismo).

Lo que Madrigal analiza es que, a partir de 1917, se produce un acercamiento de un cierto del arte y los artistas a la clase trabajadora oponiéndose así a la sociedad capitalista; también, el hecho en los años 20 de que el artista avanzó solo, creciendo en su arte y en su compromiso con la vida y la sociedad a través de un realismo con rasgos propios. Se trataba de un estilo realista reivindicativo, que trata de ayudar a transformar el mundo, y no pretende solo alcanzar la belleza; por supuesto, en España no existe un realismo exclusivo, sino que el estilo se ve influido por otras tendencias en el panorama internacional. Si en Europa occidental (Zúrich, Berlín...) es el dadaísmo el que se encarga de tomar un camino revolucionario, en España no existirá un movimiento artístico organizado en contra del capitalismo, la opresión y el militarismo; no obstante, existe ese arte revolucionario en la sociedad española, menos coordinado, pero más espontáneo y real que en otros países debido a que la protesta surge tantas veces de las personas que sufren los avatares de la vida.

Existe también en las vanguardias formales en España un compromiso político, enriqueciendo así el concepto artístico y alejándolo de la mera comercialización y exhibición en galerías y museos. Estilos como el surrealismo y el cubismo presentan matices realistas, ya que son obras que nacen en lo más profundo del artista donde puede encontrarse su compromiso con el arte y con la vida. Los movimientos sociales, como es lógico debido a que la obra se fundamenta en la ideología del artista, influirán sobre su posicionamiento político, aunque la actitud formal de las creaciones pertenezca únicamente al mundo interior de sus realizadores. Las manifestaciones de un arte comprometido se producen en momentos revolucionarios de gran tensión social, aunque no siempre se puedan catalogar de arte revolucionario. Convive un arte vacío de contenido (sin tener en cuenta su estilo o tendencia) con uno surgido de lo más profundo del artista, de sus propias vivencias dirigidas contra los causantes de los males de la humanidad. Es por eso que hay que hablar de un arte comprometido, basado en un lenguaje fundamentado tanto en la ideologías como en los sentimientos.

En el entorno del obrerismo surgen determinados teorías sobre el arte, a las cuales la historia ha prestado poca atención. Toda la actividad nacida a finales del siglo XIX, se desarrolla en la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), aunque al margen de ese régimen político, incapaces sus responsables de ser conscientes de la fuerza de los movimientos artísticos; éstos, se radicalizarían progresivamente hasta llegar a jugar un importante papel en los años de preguerra y del conflicto. Toda la literatura surgida de la Revolución rusa, junto a los escritores anarquistas, influyen en la intelectualidad española; puede hablarse de un frente popular artístico e intelectual, anterior al político, muy vinculado a la clase trabajadora. Parte de la Generación del 27 romperá con la herencia de la poesía pura mostrándose conscientes sobre los problemas del mundo, combinando sentimiento con una crítica a la sociedad burguesa. En ese proceso ético-social, que cuestiona el arte puro burgués, el mundo libertario tuvo mucho que decir al liberar la creación artística de su condición mercantilista y rehabilitar la noción de trabajo también como arte.

En mayo de 1936, en su Congreso Confederal de Zaragoza, la CNT reserva al artista el papel que desee jugar una vez cumplido su jornada de trabajo como productor. Para los anarquistas, un arte verdadero solo puede estar relacionado con la vida y manifestado a favor de un arte popular libre de intereses particulares. En los años 30, existirá una consonancia de un arte revolucionario con los movimientos proletarios del momento; no es que las organizaciones políticas y sindicales indiquen el camino a seguir a los artistas, sino que son los autores los que ponen su obra al servicio de aquellas. Además de la pintura y la escultura, existirán técnicas características revolucionarias como el dibujo, el grabado y el fotomontaje. En la Guerra Civil Española, se desencadenará una serie de acontecimientos artísticos, los cuales coexistirán en la vanguardia y en la retaguardia alcanzando gran protagonismo. Un arte al servicio del pueblo que alcanzó grandes magnitudes de creatividad y personalidad, y aportó al mundo cultural obras de gran valía. En este periodo, el arte predominante fue el cartel, que alcanzó un gran nivel estético y fue realizado tantas veces por dibujantes y pintores prestigiosos etiquetados como artistas frustrados por la propaganda purista. La época en España analizada por Madrigal desarrolla en definitiva un movimiento artístico de aspiraciones universales, alejado de toda influencia nacional; el propio autor asegura, en línea con la tesis mantenida por Rocker en Nacionalismo y cultura, que es un momento de gran auge artístico muy influenciado por lo social al no estar tampoco constreñido por la influencia nacional y ser plenamente humanista y universalista.



lunes, febrero 9

Sobre terrorismos en boca de los estados


Después de los asesinatos de París se ha desatado una nueva ofensiva de los Estados y sus aparatos en la guerra civil mundial en curso. Nuevas leyes de excepción que antes no habían podido ser impuestas porque las condiciones no eran propicias para justificar un cambio en la sacrosanta imagen de Democracia, son ahora impuestas por decreto en diversas formas.

Leyes que incrementan aún más el control de los ciudadanos a través de intervenciones telemáticas o telefónicas o datos proporcionados por empresas, que restringen el espacio de aparente libertad de fronteras en Europa, que fomentan la delación de conciudadanos sospechosos de salirse de la norma (especialmente funcionarios al servicio del Estado en centros de salud, prisiones, etc), que puentean a la judicatura y las legislaciones vigentes para llevar adelante investigaciones o nuevas leyes o endurecimiento de éstas, que permiten un mayor control de las fronteras, que dotan de mayor poder para órganos policiales… Generan así un estado de emergencia ficticio usando el concepto de terrorismo, sobre todo aludiendo al yihadismo porque es lo que asusta más en tanto es culturalmente diferente y, en el discurso del Poder, no tiene una raíz socioeconómica sino religiosa y autoritaria. Un concepto que quieren redefinir ahora en términos más prácticos para su uso policial y judicial cuando pretenden incluir bajo ese paraguas a individuos que actúan en solitario (los ya bautizados ‘lobos solitarios’ por toda la prensa) o a individuos que se organizan de forma informal y no jerarquizada.

El Estado español, después de la aprobación de la Ley Mordaza hace pocas semanas, ya se afana en concluir una nueva reforma del Código Penal que justifique la aplicación de las leyes de excepción antiterroristas para aquellos que actúen en solitario y que justifique la acción policial-judicial preventiva de ataques terroristas. Es algo que ya se ha vivido en Italia con los distintos montajes antianarquistas, o en Chile con el caso Bombas y los cambios en la Ley Antiterrorista o la Ley de Control de Armas y Explosivos, o en Grecia con la implantación de las cárceles tipo C para frenar la lucha armada. Los partidos políticos encuadrados en un marco cada vez más estrecho, y autocondicionados por su propio papel de aspirantes a la gestión del Estado dependiente de los votos de ciudadanos alienados día a día, se pelean por salir en la foto finish de acuerdo a sus discursos de mierda particulares. Ninguno será capaz de contradecir lo impuesto por las condiciones creadas. No pueden ni quieren por lo que son y el papel que adoptan en el sistema.

La operación Pandora contra anarquistas activos en la lucha contra el Estado y el capitalismo no fue casual. Una operación preventiva, y como tal, justificada a ojos de todos los ciudadanos a la luz de la sucesión de acontecimientos. No encontrarán nada más. Por eso modifican y aprueban aún más leyes que encubran la aplicación de penas de prisión sin pruebas de actos de destrucción de propiedades o atentados físicos contra gestores del capital. La reunión del fascista Fernández Díaz con su homólogo chileno previa operación Pandora tampoco era casual.

Mientras tanto, esos ciudadanos adocenados escasos de sentido crítico, tanto como de dignidad, seguirán debatiendo sobre quién votar en las próximas elecciones, poniendo sus ilusiones de modificación de sus condiciones existenciales en las viejas promesas de los nuevos figurantes políticos y olvidando su miseria cotidiana comentando el próximo partido de fútbol o el próximo escándalo del corazón o el próximo caso de corrupción. La asunción de su propia incapacidad y su delegación en los gestores de sus vidas hace de motor para que el poder siga gestionando a su gusto. Si les toca pringar en algún momento (que les echen del trabajo, les desahucien de su casa, les retiren las ayudas mínimas sociales, les obliguen a pagar más impuestos, les aumenten los precios de productos básicos, les congelen los sueldos o las pensiones, les envíen a la guerra…) y su posible acción de resistencia ante esto está ampliamente criminalizada y penada, tendrán que explicárselo a sí mismos como un efecto colateral para conseguir un bien mayor general (impuesto por el Estado y la Economía) y ni siquiera entenderán el porqué eso es así.

Nosotrxs por nuestra parte no nos olvidamos de quién se beneficia de todo esto.

Las nuevas condiciones que continuamente renueva el poder están orientadas a mantener y mejorar las formas de relación capitalistas que el dominio requiere. Esas nuevas leyes, esas guerras, no están separadas de la explotación laboral, la destrucción del territorio, la invasión y destrucción de otras culturas, el aumento de las prisiones y la agudización de las condiciones impuestas a lxs guerrillerxs en ellas, las muertes en las fronteras, etc. Son otras consecuencias del mantenimiento de una economía indefectiblemente orientada al beneficio de unos cuantos por los medios que sea.

Por todo esto, nos repugna la estrecha e interesada visión promocionada del ‘yo soy Charlie’. Ese interés es del Estado, ese interés es del Capital. Ese interés se media por los ciudadanos ciegos y estrechos de miras, y se promociona por los medios desinformativos del Poder. Participar acríticamente de esa marea emocional es alinearse con los Estados y el Capital. No hacerlo no es apoyar a ese Estado Islámico del que hablan. Esa polarización sin matices es otro interés del Poder para aislar y crear su discurso totalitario.

viernes, febrero 6

¿Qué es la violencia? ¿Qué es la violencia machista?

Violencia es gobernarnos, robarnos nuestra capacidad, quitarnos nuestra autonomía, limitarnos, gestionar nuestras vidas, nuestras mentes y nuestros cuerpos.

Violencia machista es quitarnos nuestra autonomía por el hecho de ser mujeres, limitarnos desde que nacemos para que no desarrollemos nuestras capacidades todo lo que podemos y queremos: limitarnos para que esperemos, que siempre esperemos en vez de hacer. Violencia machista es ser gobernada por el presidente, el líder, el patrón o el dios que toque…y por el padre, el “marido”, el compañero. Violencia machista es ser inferior ante quien debería ser un igual pero resulta que es hombre. Violencia machista es que cuente más SU opinión, que nosotras no existamos ni en la mente ni en el discurso ni en el lenguaje ni en los hechos de este sistema jerárquico. Violencia machista es que se nos eduque no sólo en ser obreras obedientes, sino en ser mujeres sumisas. Violencia machista es que los gobiernos se sientan con derecho de gobernar no sólo nuestra individualidad sino nuestro cuerpo por ser mujeres porque para ellos somos mera mano de obra gestando a la futura mano de obra; que los hombres se sientan con derecho a manipularnos y poseernos como una muñeca y que nuestro NO no importe.

Violencia machista es que no exista nuestro coño, que nuestra sexualidad se haya visto intencionalmente reducida y presentada en escaparate como dos tetas y un boquete que penetrar…violencia machista es que no exista nuestro clítoris y nuestro punto G. Violencia machista es toda la tecnología ortopédica, unida a toda una serie de sabios, disciplinas y saberes varios, que nos ha enseñado y nos ha hecho mujer a la medida del hombre: que nos ha moldeado como mujer en vez de dejarnos crecer como queramos.

Violencia es el trabajo asalariado, el robo de la fuerza de trabajo, la deshumanización como trabajadoras siendo sólo una herramienta más del sistema socioeconómico.

Violencia machista es trabajar asalariadamente, cuidar de hijas, personas dependientes y algún que otro caradura independiente, hacer la compra, la comida, limpiar la casa, poner lavadoras y aún así ser tiernamente comprensiva con ellos que vienen cansados de trabajar. Violencia machista es haber visto así años a nuestras madres sin que nadie las mirara y gritara BASTA. Violencia machista es cobrar menos que mi compañero de al lado, o cobrar lo mismo por trabajar mucho más. Violencia machista es aguantar no sólo el abuso de un chulo patrón, sino aguantar su mano en tu culo.

Violencia es la institucionalización de las luchas, vaciar su contenido, insertarlas en el sistema para desarticularlas.

Violencia machista es un discurso vendido como feminista para intentar callarnos que mantiene toda esta violencia machista. Violencia machista son tus chapas, quedároslas para intentar apuntalar vuestro ministerio cuando os lluevan las piedras el día de la revolución.

Siempre anarquistas, siempre feministas.
 
Mujeres Libres – Madrid
http://mujereslibresmadrid.noblogs.org/

martes, febrero 3

Grecia: las nuevas prisiones "Tipo C"


A lo largo del año nuevo, el gobierno griego comenzó a trasladar prisioneros a la primera cárcel de máxima seguridad "Tipo C", diseñada para aislar luchadores anarquistas, guerrillas urbanas y otros rebeldes.
 
El 30 de diciembre, el anarquista Nikos Maziotis , miembro del grupo Lucha Revolucionaria, se convirtió en el primer preso trasladado a la nueva ala de máxima seguridad en la cárcel de Domokos. El 2 de enero se le unieron otros cuatro prisioneros: el compañero anarquista Kostas Gournas (Lucha Revolucionaria), Dimitris Koufontinas de la organización marxista 17 de noviembre y los presos anarquistas Yannis Naxakis y Grigoris Sarafoudis. (Todos los enlaces a artículos y etiquetas en 325 , que tiene mucha más información sobre estos presos y sus luchas).
 
El estado ha seguido trasladando prisioneros a cuentagotas durante toda la semana; los medios corporativos se afirman que son 17 las personas detenidas ahora allí.
 
La prisión Domokos, en el centro de Grecia, es la primera cárcel renovada y clasificada como "Tipo C" según una nueva ley aprobada en julio. Las cárceles "Tipo C" son las primeras cárceles griegas que cumplen con los estándares de máxima seguridad en toda Europa. El régimen prohíbe la semilibertad y descarta la libertad condicional para los condenados a cadena perpetua antes de permanecer al menos 20 años tras las rejas. El funcionamiento general, la custodia y la supervisión de la prisión así como el acceso a la misma estarán estrictamente controlados por la policía, en lugar de funcionarios d prisiones. Las visitas y las llamadas telefónicas serán restringidas.
 
Las prisiones "Tipo C" se hacen especialmente para los presos "terroristas" (guerrilleros urbanos y revolucionarios), y otros detenidos considerados una amenaza grave.
 
 
Estas son acciones propias de un Estado desesperado por contener la propagación de la rebelión en Grecia desde el estallido de la crisis económica en 2008. Un prisionero de Domokos, Nikos Maziotis (Lucha Revolucionaria), ya ha publicado una convocatoria para la formación de una asamblea en solidaridad con presos políticos. Maziotis escribe:
 
“la aprobación de la legislación para las cárceles Tipo C era algo que cabía esperar del desarrollo y ataque represivo del Estado contra las Organizaciones Revolucionarias, la lucha armada y la acción directa. Posteriormente, los cambios legislativos y las reformas llevadas a cabo durante los últimos 14 años están directamente relacionadas a las condiciones políticas y económicas, aplicadas durante años internacionalmente, y que no son otras que la "guerra terrorista" y las reformas neoliberales que intentan imponernos la dictadura de los mercados y su doctorado capital supranacional.”

Si la enorme ola de huelgas de hambre de los prisioneros contra la ley y los recientes disturbios en apoyo de Nikos Romanos no son tenidos en cuenta, el Estado griego sólo puede esperar más resistencia.